Burkhard Wittowski, es alemán, vive hace más de 40 años en Paraguay, decidí entrevistarlo pues es una pieza importante en el rompecabezas del arte contemporáneo paraguayo, su pasión por el arte lo llevó a cumplir la función de mecenas para que algunos artistas paraguayos pudieran desarrollarse y concebir una obra artística, además de contar con una colección de alrededor 330 obras de artistas principalmente paraguayos. Su padre era coleccionista de grabados, Burkhard Wittkowski desde que llegó a Paraguay empezó a interesarse por la pintura y el proceso creativo.
“Acá hice casualmente amistad con un anciano alemán que pintaba, costumbrista, de pincelada bastante interesante, él siempre dijo no ser artista, tenía lindos cuadros, y él pintaba, y yo le acompañaba cada vez más, a principios de los años 80’s. Ahí entre en los procesos de creación y en algunos casos yo le saqué de su molde, y así empecé.
Pienso que hay que embarcarse en una aventura con los artistas, y a priori no mirar la comercialización, sino la creación, la comercialización después viene sola. Estoy feliz de ese segundo milagroso de cuando descubrí a Fidel Fernández. Estaba en Turista Roga sobre la calle Palma y vi un cuadro, de una temática totalmente inusitada, una escena alegórica de la guerra del Chaco. «¿Quién pinta eso?» Pregunté. Nos entrevistamos, y me pareció fantástico ver esa necesidad de crear en él. Sin miramientos trabajaba como albañil para costearse sus pinturas. Ahí uno ve un proceso de creación bruta, primitiva, sin pensar en sus fines.

Entonces me animé a tomar la función que creo debería ser la de una galería y le dije: “Para pintar tranquilo cuanto necesitas para vivir” me dijo una suma, y le dije: “ok, yo te pago eso ¡pero pinta, no quiero que pierdas tiempo trabajando como albañil!”, y funcionó. Fidel tiene una fuerza interior, una vida interior sorprendente, y entró en el proceso de crear y evolucionar. Hoy en día es uno de los artistas mejor pagados, y pienso que es de los que más ruido hace cuando saca sus exposiciones, porque no muestra de a poquito, porque no tiene la necesidad de comercializar de a poquito. Hace una serie de cuadros que no tiene nada que ver el uno con el otro a parte de la temática que está trabajando.
Él crea realmente, y esa es la función para mí de una galería, la de ayudarle al artista a sobrevivir y evolucionar, porque pienso que hoy en la escena hay figuras artísticas en el Paraguay, pero por necesidad de sobrevivencia no tienen el ocio y la seguridad para crear cosas importantes. Siempre están bajo la presión de pintar para pagar las cuentas. A veces sale algún diamante de eso pero no siempre. Creo que esta es también la tarea de los coleccionistas, pienso que un coleccionista tiene que coleccionar estrictamente según su propio criterio, no porque hay que comprar un nombre, así sea un desconocido estudiante de bellas artes que me gusta, que me toca, que me habla.

En las obras se debe sentir el dolor del parto del artista, del que está peleando por crear algo único, nuevo, interesante, aunque sólo le interese a él. Yo quiero que las obras muestren el dolor de creación, cada obra tiene que ser una lucha. Es lo que creo, tal vez es un poco exigente y dicho por una persona que no tiene que vivir con ese dolor. Creo que cada obra muestra lo que costó. Mi criterio ha sido este y por eso a veces he renovado mi colección, me gustan las obras que después de meses o más sigo descubriendo cosas nuevas. Las obras tienen que ir largando constantemente cosas nuevas.

Creo que en Paraguay hay un problema grave, porque la educación estética o artística en los colegios prácticamente no existe. El primer roce con el arte entre paréntesis, son calendarios de gomería. Pienso que hay un don innato en mucha gente pero tienen miedo, porque en los colegios y escuelas no hacen nada, repiten criterios muy usados y lo que hacen es levantar barreras, además que en sus casas no tienen roce con el arte.

Pienso que aquí debería haber espacios público-privados. Yo no soy muy amigo del Estado, especialmente en Sur América en donde todo termina en corrupción, pero se podrían movilizar grandes empresas que podrían adquirir edificios para hacer exposiciones con buenos curadores, podría ser una cooperación público privada y darle espacio a jóvenes artistas, con curadores con buenos criterios, eso sería ideal.
En el mercado artístico del Paraguay hay obras que han subido mucho de valor, alcanzando valores que hace 20 años no hubiéramos soñado, no son todavía valores internacionales, pero hace 20 años pagar 15.000 dólares por un cuadro de pintura de un paraguayo era impensable, hoy si existe, gracias a que tuvimos una época en la que guardar la plata no era negocio, hay coleccionistas inversionistas, y también pienso que hay algunos artistas sobresalientes.»
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