La idea del “artista genio” que hemos heredado del Romanticismo es uno de los conceptos que más entorpece el desarrollo de la cultura y posiblemente de la conciencia gremial en el ámbito de las profesiones artísticas y culturales. Sin embargo normalmente los mejores exponentes del arte nacen en donde hay un ambiente cultural propicio.
Los artistas deberían considerarse como intérpretes o catalizadores. Ellos traducen al lenguaje del arte la identidad, el sentir, las formas de pensar y de ver correspondientes a un lugar y momento histórico. Hay artistas cuyas obras logran tener un alcance internacional, e incluso proyectarse en el tiempo, desprendiéndose relativamente del momento histórico del que fueron creadas. Sin embargo todo tipo de arte y de manifestaciones artísticas son necesarias en una sociedad. Una sociedad que mantiene viva el arte y la cultura es una sociedad con identidad, mucho más libre y emancipada.
Al respecto encontré un texto muy interesante entorno a la fundación de la “coalición de trabajadores artistas” en Colombia, que dice lo siguiente:
los artistas somos obreros culturales, mano de obra que circula al interior de un sistema que, por definición (por definición, pues se trata del sistema capitalista neoliberal), buscará disminuir el costo de dicha mano de obra y apoderarse de la plusvalía que ella produce. (…)
El texto continúa después explicando cómo el concepto de “artista genio” es perfectamente funcional al sistema económico del que hacemos parte:
Aunque dicha subjetividad romántica haya sido criticada con fuerza en el siglo pasado ésta parece seguir funcionando (pero obviamente vaciada de su fundamento transcendente -el genio como potencia natural) y alimentando los mitos que el mercado construye alrededor de la figura del artista. De un lado, el artista parece obstinarse en percibirse a sí mismo como un ego-autor; sea que ingenuamente crea en su “talento” o en el trabajo concienzudo, o que, menos ingenuamente, confíe en su capacidad para las relaciones sociales, esta posición de ego-autor hace que los artistas lleguen al mercado laboral como mano de obra atomizada: divididos y enfrentados en competencia unos contra otros. Nada mejor para un sistema cuya norma es maximizar los beneficios (económicos) y minimizar los costos; costos que incluyen justamente la mano de obra que el artista ofrece. La lógica sugiere que ante el capital sería mejor negociar unidos (razón por la que el capital lo primero que intenta es dividir cualquier sindicato, o impedir su existencia).1

Las actividades artísticas son particulares, según el concepto que tenemos hoy en día de trabajo éstas no son por lo general consideradas como tal. Esto implica que la mayoría de los profesionales que se dedican a actividades artísticas no tienen en Paraguay derechos específicamente ligados a su profesión, y no hay tampoco ningún tipo de garantías que favorezcan el desarrollo del arte y la cultura.
Habitualmente, el sistema capitalista gira en torno a la obra; mantiene al artista solo secundariamente y, con frecuencia, insuficientemente Adrian Piper
Dentro del sistema capitalista el artista debería ser un trabajador emancipado, al no tener patrón, y estar trabajando únicamente en función de sus ideales. Sin embargo se encuentra en medio de otra esclavitud respecto al asalariado que debe responder a las necesidades de la empresa a la que pertenece, pues finalmente no puede ejercer la susodicha libertad al no tener sustento económico. Y esta marginalidad no permite a los artistas gozar plenamente de la libertad de creación, por lo que no puede ofrecer a la sociedad lo que debería poder ofrecer: justamente la libertad y emancipación de la que una sociedad mercantilista carece.La libertad del artista en Paraguay y posiblemente en la gran mayoría de países del tercer mundo se paga a costa de los derechos fundamentales de cualquier trabajador.
Según la constitución Nacional ARTICULO 86 – DEL DERECHO AL TRABAJO
Todos los habitantes de la República tienen derecho a un trabajo lícito, libremente escogido y a realizarse en condiciones dignas y justas. La ley protegerá el trabajo en todas sus formas y los derechos que ella otorga al trabajador son irrenunciables
Si el artista gozara de ciertas libertades para poder producir una obra, si se le ofreciera un espacio independiente de los condicionamientos del mercado podría dar a la sociedad una ventana, o puerta a través de la cual poder soñar con otras realidades posibles. Es como darle las posibilidades a un astronauta para que investigue otros territorios habitables, el artista en la sociedad sería ese astronauta. Actualmente en Paraguay los artistas están construyendo solos sus naves espaciales, por lo que no podrán llegar lejos.
Vivimos dentro de un sistema y no podemos mantenernos ajenos a él, justamente es la necesidad de responder al sistema en ciertos aspectos contradictorio con la naturaleza misma del arte, es en esa lucha, en esa confrontación, que puede surgir lo más fructífero que podría ofrecer el arte a la sociedad. Porque el ser humano no puede ser sólo funcional al sistema, el arte es el elemento divergente que devuelve la integridad al humano, como una válvula de escape sin la cual todo explotaría.
Mientras no hagamos el trabajo de concebirnos como parte de este sistema y de saber qué es lo que podemos ofrecer a la sociedad y qué es lo que debemos exigir de la misma, las actividades artísticas no podrán crecer y ofrecer más que entretenimiento superficial y formal.
Leí alguna vez de un político que decía que nada podía corromper más a alguien que una ciudad fea. Me parece muy interesante este acercamiento a la estética como una manera de elevar el espíritu de los ciudadanos, y agregaría que una estética vacía, sin identidad puede tener el mismo efecto corruptor.
El arte está intrínsecamente ligado con el concepto de belleza, sin embargo no siempre responde a los gustos del momento, y mientras dependa de las preferencias del mercado hay una tendencia a la decadencia artística y cultural. De la misma manera la educación que depende únicamente del sector privado tiende a volverse cada vez más elitista y muchas veces apunta hacia el ideal de éxito profesional y no al desarrollo integral del ser humano y de la sociedad.
Todos los años hay estudiantes que se gradúan de las escuelas de artes, y entran al mundo profesional teniendo que inventarse…porque básicamente uno no se gradúa como “artista”. El hecho de haber hecho una escuela no te hace automáticamente artista.
Algunos artistas logran responder a las exigencias del mercado y vivir cómodamente de lo que hacen. Otros logran acceder al sistema internacional de becas, financiaciones, residencias artísticas, y entran en un circuito artístico pero que debe responder a ciertos criterios y estándares internacionales, por lo que es extremadamente difícil por la falta de apoyo local que permita tener el nivel necesario y conocer los códigos para acceder a esos circuitos.
En Paraguay no hay ni siquiera la posibilidad de concebirse como artista fuera del ámbito comercial. No hay investigaciones artísticas, no hay becas, residencias, reconocimientos, premios, facilidades fiscales, incentivos a la creación, seguro social para artistas y libres profesionales, jubilación. Soñemos con viviendas especialmente concebidas por el estado para los artistas, fondos concursables, colecciones públicas y privadas, facilidades para transportar obras de arte a otros territorios, pensiones vitalicias para los artistas de reconocida trayectoria.
Las actividades artísticas siguen siendo consideradas como pasatiempo, por este motivo la mayoría de los artistas nacionales no pueden profesionalizarse ni alcanzar los estándares de los artistas en otros países del mundo. La mayoría de los artistas en Paraguay no puede concentrarse en desarrollar su obra, en conceptualizarla, en pensar qué puede aportar a la sociedad a través de su profesión porque tiene que solucionar su día.
Es fundamental construir un medio que favorezca el desarrollo de las artes y la cultura, y para esto se necesitan considerables esfuerzos tanto por parte del sector privado y como del público. Sin embargo considero que lo más importante es que los artistas desarrollemos la conciencia gremial, que nos veamos como un colectivo capaz de luchar por los mismos intereses.
Lograr un ambiente propicio para el arte y la cultura es construir una sociedad íntegra, porque el arte es tan fundamental para el hombre como cualquier otra actividad, no es sólo pasatiempo, como diría Einstein, “es la expresión de los pensamientos más profundos de la manera más simple”.
La conciencia gremial de los artistas y “obreros culturales” es luchar por construir estructuras que favorezcan el desarrollo del arte y cultura en sus más diversas manifestaciones. No se trata de luchar por el propio beneficio, sino es comprender profundamente la importancia que tiene el arte para una sociedad. Más allá del éxito pasajero que pueda construir un artista en su carrera lo más importante es el legado que deja para la sociedad, y que lindo legado sería construir estructuras para que las futuras generaciones de artistas tengan condiciones un poco más favorables para crear y ofrecer lo mejor de sí a la sociedad.
1 http://esferapublica.org/nfblog/coalicion-de-trabajadores-artistas-intermezzo/
Sobre Adrian Pipper: http://www.elcultural.com/revista/arte/Adrian-Piper-el-racismo-que-viene/8128
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