Educar en arte, una educación subversiva

Educar en arte, una educación subversiva

¿Como un cuadro puede costar más que un iphone?

Esta pregunta se la hizo un estudiante de uno de los más prestigiosos colegios privados de Asunción a una amiga que trabaja en una importante galería de la ciudad, durante una visita del grupo organizada por el colegio. Me parece interesante como pregunta, pues es la honesta expresión de lo que muchas, quizás la mayoría de las personas puede llegar a pensar, porque actualmente la enseñanza de las artes está enfocada  en desarrollar algunas destrezas y con suerte al futuro público de galerías y museos. Sin embargo educar en arte implica aprender a percibir el mundo de otras maneras distintas a lo preconcebido, educar en arte es enseñar a pensar de manera disruptiva y eso implica subvertir las ideas y sistemas de pensamientos.

La subversión «se refiere a un proceso por el que los valores y principios de un sistema establecido, se invierten, y se relaciona con una revuelta o una destrucción», dice wiokipedia, y esa creo que debería ser la función fundamental del arte en el pensamiento humano. Si desde pequeños les enseñaramos a los individuos a desarrollar este tipo de pensamiento disruptivo, posiblemente tendríamos menos problemas de alcoholismo y drogadicción, y personas más libres y creativas. El alcohol y las drogas son formas de evasión, pues no para todos es fácil soportar el peso de la realidad tal como se les presenta. Educar en arte nos puede ayudar a darnos cuenta de que esa realidad que nos enseñan es un conjunto de conceptos, si comprendemos ciertos mecanismos podemos subvertirla. Pero eso implicaría formar individuos menos manipulables, y tal vez es más fácil ofrecer drogas y alcohol para anestiesiar y someter.

Educar en arte es el contrario a la educación que recibimos por parte de las instituciones, en donde el arte es una materia optativa, que no tiene mucho valor. Por lo general no se enseña a pensar, a dar vuelta a los sistemas, sino a obedecer, a tener juicios de valor y respetar todo tipo de autoridades. Por otro lado la cultura utilitarista en la que vivimos nos hace pensar que las cosas tienen un valor según la utilidad que nos brinden, inclusive los objetos de lujo o de marca son valiosos puesto que nos permiten mantener un estatus. Para algunos el arte pertenece a ese ámbito, como meros objetos decorativos, y el valor es proporcional a la fama del artista.

Nada tiene un valor inherente, todas las cosas tienen el valor que le damos. Uno de los más grandes ejemplos de la historia es el intercampio de espejitos por oro cuando se encontraron las culturas nativas y los europeos en América. La historia nos muestra que finalmente los que parecían tontos tal vez nos estaban mostrando el camino, pues seguimos sin conocernos a nosotros mismos y la codicia está acabando con los recursos y es lo que nos corrompe despojándonos de nuestra dignidad humana.

Creo que las obras de arte son las huellas de un proceso y que lo más interesante no son los objetos en sí mismos sino los procesos que vivió el artista para llegar a ese lugar. Es como si al ver una fórmula matemática, en lugar de ver la fórmula viéramos todo el razonamiento que llevó al matemático a encontrar la fórmula. Cuando alguien quiere empezar a dibujar y pintar, por ejemplo, debe empezar a observar el mundo, para darse cuenta que no lo conocía, y que tenía una idea de lo que lo rodeaba, pero que el concepto que tiene de las cosas no le permite ver como son realmente. Los dibujos de los niños nos muestran una representación simbólica de la realidad, y en su espontaneidad son sumamente interesantes. Poco a poco se les muestra que esa no es la realidad, cómo tienen que verla, enseñandoles otra representación simbólica y que esa es la correcta.

El hecho de que el arte sea visto desde el punto de vista meramente formal nos impide ver otras dimensiones del mismo. Muchos de los objetos y manifestaciones que hoy en día hacen parte del ámbito de las artes, en el momento en el que fueron concebidos su función no era decorativa, sino más bien una manera de concebir y de relacionarse con el mundo.

Educar en arte
Enrique Martinez Celaya, The tunnel and the light

Las pinturas rupestres, por ejemplo, son todavía un misterio, hay quienes afirman que el dibujar a las bestias en las paredes era una manera de dominarlas y poseerlas. Los hombres prehistóricos no eran artistas, no tomaron clases de pintura, sin embargo tenían la capacidad de representar a los animales tal cual los veían. El gesto pictórico tendría un poder místico sobre la realidad, cazaban sobre las paredes, expresaban la potencia de su deseo y necesidad. No es tan descabellado si pensamos con cuanto respeto tratamos la foto de un ser querido, así como en época de elecciones las fotos de algunos candidatos en las gigantografías empiezan a aparecer con dientes pintados de negro. En la época de las cavernas la realidad era todavía un espacio confuso, un universo a ser conquistado, todo era posible y maleable, seguramente el lenguaje debía ser muy básico por lo que las cosas no habían sido nombradas. Al no tener nombre eran vírgenes, territorio de nadie, todo debía ser descubierto y poco a poco el ser humano se iría apropiando del mundo.

Hoy en día ya somos dueños del mundo, todo se ha dicho, todo se ha nombrado, pero vivimos bajo el dominio del lenguaje, encerrados dentro de los conceptos de las cosas que nos han enseñado.

Educar en arte
Enrique Martinez Celaya, The Innocent

Educar en arte en lugar de enseñar arte

“Todo es mío en el sentido que nada me pertenece” escribió Gonzalo Arango, creo que es exactamente lo que pasa con el conocimiento, entre más seguros estamos de lo que tenemos más rápido lo perdemos. Creemos que conocemos el mundo, sin embargo hemos perdido el contacto con él, cada vez vivimos más sumergidos en realidades virtuales, sometidos por nuestras percepciones.

El arte es una manera de conocer el mundo, de romper con los lazos de dominio del mundo de la razón, de los conceptos, de lo que nos enseñan sobre él, para aproximarse a la realidad con la mirada ingenua de un niño para el que no hay obviedades y todo es posible.

Enrique Martínez Celaya es un importante pintor cubano residente en Estados Unidos,  recibió una Licenciatura en Ciencias en Física Aplicada y una especialización en Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Cornell, y una Maestría en Ciencias con especialización en Electrónica Cuántica de la Universidad de California, Berkeley. Trabajó en el Laboratorio Nacional Brookhaven en donde patentó cuatro inventos láser y obtuvo su Master en Ciencias. Sin embargo se dedicó al arte y en una entrevista dice que escogió ser artista porque descubrió que las preguntas que tenía sobre la vida no se las podía responder desde la física.  «Cuando era niño, pinté y dibujé para dar sentido a la vida, y nunca abandoné ese enfoque «. Enrique Martínez Celaya

“Tenemos que aprender a mirar, a descolonizar la mirada, y eso es algo que a la sociedad le cuesta mucho entender como propio de la educación artística” escribió María Acaso, en referencia a que la enseñanza del arte no se trata sólo de aprender a representar sino aprender a mirar, tan necesario en el mundo de imágenes en el que vivimos. Las imágenes nos rodean, cada día estamos bombardeados por la cantidad de información que nos transmiten, si la educación en arte fuera realmente formativa, tendríamos las herramientas para no ser esclavos de las imágenes, para aprender a leerlas y entender los mensajes que vehiculan.

Hoy en día la información es cada vez más accesible y la genialidad es cada vez más común. Poco a poco la imagen del artista genio, con un talento excepcional ha ido desapareciendo, como tantas otras idolatrías. El arte debe ocuparse del sentido de las cosas y buscar su verdadero valor, debe ocuparse de quienes somos, es decir de los aspectos cualitativos del ser humano. Educar en arte debería ser enseñar a pensar en imposibles, para alcanzar otras dimensiones inimaginables.

En tanto no caigamos en la adoración de las obras de arte, en la adoración de las cosas, o en la adoración y punto, es el terreno reservado tradicionalmente para el arte el que mejor sirve para esta investigación y para recuperar nuestra conciencia. Gracias a ese potencial de activación y de des-orden, los artistas siempre fueron clasificados como excéntricos—como ubicados fuera del centro o de lo normal. Para contener el peligro de la subversión, el arte fue encerrado en una especie de corralito de juegos de la sociedad. Mientras aceptemos permanecer encerrados en él y vivir la ilusión de ser libres sin serlo, estamos desmereciendo nuestro potencial como artistas a favor del servilismo. Si la educación se fusionara dentro del arte quizás lograríamos una libertad verdadera, tanto para nosotros como para los demás. Luis Camnitzer

Imagen destacada: Ricardo Alvarez, «Los problemas de la educación paraguaya» de la serie Producción de subjetividad, acrílico sobre papel diario.

Luis Camnitzer sobre la enseñanza del arte:

http://esferapublica.org/nfblog/la-ensenanza-del-arte-como-fraude/

Enrique Martinez Celaya, video en donde habla de su obra:

Otro artículo relacionado:

Lo moralmente aceptado, arte político y política con arte