Vivir a crédito, reconfiguraciones en la cultura del consumo

Vivir a crédito, reconfiguraciones en la cultura del consumo

El 1 de agosto es la fecha en la que este año empezamos a vivir a crédito según el informe anual de la Global Footprint Network (GFN) . Quiere decir que ese día terminamos de consumir todos los recursos que en un año la tierra puede producir, todo lo que consumimos desde el 1 de agosto hasta fin de año lo estamos tomando a crédito. El 1 de agosto es el día de la deuda ecológica, que se establece todos los años según investigaciones, para determinar el nivel de consumo de los recursos de la tierra.  Esta misma organización ha determinado que si seguimos consumiendo al mismo ritmo la humanidad necesitaría 1.7 planetas tierra para abastecer sus necesidades, y este es un promedio a nivel mundial, porque si todos consumimos como lo hacen en Estados Unidos se necesitarían 5 planetas tierra, o como en Alemania, se necesitarían 3 planetas tierra.

Actualmente está en exposición en la Fundación Migliorisi  una muestra llamada «Reconfiguraciones, vida chaqueña en transición«, una exposición que nos muestra un reflejo de esta misma problemática desde los ojos de artistas indígenas del Chaco paraguayo. Se trata de una serie de dibujos y pinturas de artistas indígenas habitantes del Chaco, además de una exposición de grabados de Miriam Rudolph que tratan sobre la reconfiguración del paisaje chaqueño.

vivir a crédito
Invitación de la muestra de Miriam Rudolph en la Fundación Migliorisi

Creo que no es fortuito que hoy en día se manifieste tanto interés por el mundo indígena y por las culturas tradicionales. Por más que no queramos verlo estamos en un momento de urgencia en donde tenemos que cambiar radicalmente las estructuras a partir de las cuales nos relacionamos si es que queremos sobrevivir.

La mayoría de nosotros desea sin embargo vivir a partir de los modelos de lo que llamamos el «Primer Mundo», sin darnos cuenta que es ese modelo de vida el que está acabando con nuestros recursos. En la India se necesitan 0.7 planetas tierras para vivir, quiere decir que si viviéramos todos como viven los indúes, habría recursos para todos y por mucho tiempo, pero la India es de los países llamados del «Tercer Mundo», como el Paraguay.

Es interesante que al parecer estos términos vienen de un árticulo de Alfred Sauvy publicado el 14 de agosto de 1952  en donde se atribuía el término Tercer Mundo a los países subdesarrollados haciendo un paralelo con la Sociedad de los tres Estados que quiso subvertir la revolución francesa. El Primer Estado era la iglesia al que comparaba Sauvy con los países del bloque comunista, el Segundo Estado la nobleza al que comparaba con los páises capitalistas, y el Tercer Estado el pueblo, que serían los demás países que en el Tercer Estado correspondía al 98% de la población.

«Porque finalmente, este Tercer Mundo ignorado, explotado, despreciado como el Tercer Estado, quiere él también, ser algo»

(car enfin, ce Tiers Monde ignoré, exploité, méprisé comme le Tiers Etat, veut lui aussi, être quelque chose).

Escribió en su artículo Alfred Sauvy.

La historia se repite, a pesar de la idea de avance y de civilización la humanidad va repitiendo sin cesar  los mismos modelos, seguramente porque en el fondo somos los mismos. Sin embargo estamos en un momento particular de la humanidad: estamos empezando a vivir a crédito, esto significa que va a llegar un momento en que la humanidad va a tener que pagar una deuda significativa, que tal vez se resuma en guerras por los recursos y desplazamientos masivos de la población a causa de los cambios climáticos.

Creo que la finalidad del artículo de 1952 de Alfred Sauvy no era el generar una definición usada hasta hoy en día, se trataba más bien de una advertencia, pues mientras en el momento de la guerra fría se estaban peleando por la dominación del mundo, se estaban olvidando de este Tercer Mundo que es finalmente la mayoría y del cual dependen los otros dos, y que podría, tarde o temprano subvertirse, como lo hizo el Tercer Estado con la Revolución Francesa.

Estamos en el momento de la posible subversión, las poblaciones de los países antiguamente colonizados empiezan a huír de la guerra y la pobreza reclamando su deuda histórica a los países colonizadores. Sin embargo creo que la verdadera revolución debería ser más bien una revolución de valores, hasta ahora la mayoría de las revoluciones a pesar de estar vestidas de ideologías están basadas en querer el poder que tiene el otro.

Básicamente todas las luchas del ser humano a niel individual o colectivo están motivadas por la búsqueda del poder o de algún tipo de beneficio. Creo que ha llegado el momento en que la cultura de los pueblos que fueron colonizados y oprimidos, empiece a revivir, para enseñarnos todo lo que olvidamos en este proceso de «civilización».

Hemos llegado a un momento en el que trabajamos para poder sostener un sistema que se nutre de nuestros deseos y necesidades. Trabajamos para poder vivir como los del Primer Mundo, quienes trabajan para poder pagar sus deudas, pues la mayoría vive literalmente a crédito. Ahora nos damos cuenta de que las deudas más que con los bancos, financieras, o Estados, se adquieren realmente con el planeta. Vivir a crédito es al fin y al cabo adquirir una deuda impagable con el Planeta Tierra.

Creo que debemos aprender a vivir más austeramente, trabajar menos para sí mismo, más por los demás, y contemplar más. Es urgente y necesario encontrar otros modelos de sociedad para ser más íntegros y menos corruptibles. No creo tampoco que el arte nos pueda salvar, pero espero que almenos los que nos dedicamos al arte empecemos a trabajar dentro de otro tipo de valores, más cercanos a lo que la humanidad necesita en este momento.

Creo que deberíamos trabajar de maneras más colaborativas, luchar más por el beneficio del colectivo que por el reconocimiento individual. A veces pienso que los artistas tenemos la función que tenían los chamanes dentro de las comunidades indígenas, no por la capacidad de curar, sino por la conexión con la creatividad que es la fuente de todas las posibilidades, incluyendo la de romper con los modelos preestablecidos.

Vivir a crédito es lo que nos exige el sistema en el que vivimos, es lo que sostenemos y a lo que aspiramos. Creo que cada quien desde su actividad, y desde su profesión debe preguntarse como asumir esa deuda a nivel personal y colectivo, pues es el legado que dejamos a las siguientes generaciones, y de eso depende que la revolución del Tercer Mundo sea un proceso pacífico hacia nuevos modelos de vida o sea la consecuencia nefasta e inevitable a la que nos lleva este sistema.

La foto destacada del artículo es una de las obras expuestas la Fundación Migliorisi  en la muestra «Reconfiguraciones, vida chaqueña en transición»

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