En una interesante conversación con Ticio Escobar me puso en claro el siguiente punto:
El espacio público está conformado por el Estado, la Sociedad Civil y el mercado. Lo ideal es que haya una simetría entre esos tres grandes agentes. Pero lo que pasa es que en nuestro medio, en América Latina en general, existe déficit de Estado y de sociedad civil y superávit de mercado. Entonces el mercado es el que determina fijando pautas de cómo tiene que ser la producción cultural y el que hace políticas culturales. Las políticas culturales tienen que ser un trenzado. El espacio público es aquello que sobrepasa la cuestión corporativa: los intereses sectoriales de la sociedad civil, la pura lógica del Estado y los intereses del mercado.
Actualmente el escenario del arte en Paraguay es que la mayoría de los artistas tratan de sobrevivir ante la ausencia del Estado y las exigencias del mercado. Lo que viven los artistas es el reflejo de lo que vive la sociedad en general, y sólo a través de una sociedad civil organizada podremos construir el suficiente poder para que el Estado proteja los interesas de la sociedad y no sólo los intereses del mercado.
Vivir del arte es una dura tarea en Paraguay, casi una utopía. El mercado está omnipresente y por supuesto no entra dentro de la lógica del mercado toda actividad que no esté relacionada con algún tipo de provecho o beneficio directo.
Muchos artistas tienen dobles profesiones, e incluso dobles vidas. Algunos logran trabajar en algo que tenga que ver con el arte y la cultura, pero no es el caso de la mayoría. Sin embargo el escenario en otros países del mundo más desarrollados y en donde existe realmente un mercado del arte en ciertos aspectos no es mucho más alentador. Es como dice justamente el término un “mercado del arte”. Pero mercado bastante particular, un mercado por donde circula muchísimo dinero en base a bienes cuyo valor no está estrictamente ligado con una utilidad, sino más bien son directamente símbolos de poder o conocimiento, valores abstractos que se prestan a la especulación y por supuesto a los juegos de poder.
De repente en ese mundo surgen fenómenos como Damien Hirst desafiando el sistema y poniendo en evidencia su propia decadencia. Damien Hirst es artista, y es su propio galerista, marchante y curador, y es el artista vivo más rico del Reino Unido, famoso entre otras cosas por la venta por 10.3 millones de libras por The Golden Calf, un becerro con cuernos y pezuñas de oro de 18 quilates sumergido en formol.

En estos días leí una publicación en Facebook de Juan de Dios Valdez, artista paraguayo en donde narraba la pequeña odisea que tuvo que vivir para encontrar semillas que no fueran transgénicas para sembrar en su chacra. Juan de Dios es de origen campesino, estuvo tratando de vivir del arte un tiempo en la capital, ante las innumerables dificultades volvió al campo, en donde además de pintar aprende a cultivar su chacra. Se encuentra también en el campo con la dictadura del mercado y la ausencia del Estado, o más bien con un Estado prebendario.
Cada uno desde su lugar encuentra la manera de resistir al mercado y resistir a las mañas del Estado, para poder seguir creando y desde esa resistencia pienso que se van construyendo nuevos roles, en donde el arte termina siendo a veces más auténtico que si estuviera plenamente inserto dentro de un mercado del arte global.
Veo una cierta militancia en los artistas que se atreven a seguir creando y que logran además influenciar con sus aportes dentro de diferentes sectores de la sociedad. En el escenario del arte en Paraguay hay artistas campesinos, indígenas, emprendedores, profesores de yoga, gestores culturales, médicos, odontólogos, periodistas y tantas otras profesiones. Seguramente muchos querrían ser sólo artistas y que ésta fuera una profesión socialmente reconocida, sin embargo, creo que en éstas circunstancias que vivimos hay una forma de hacer arte desde nuestro lugar, haciendo que inclusive el arte sobrepase los formatos. Porque seguramente no es la misma la mirada de un artista que la de un médico, campesino, gestor cultural o emprendedor sin la sensibilidad de quien ha hecho arte. Es tal vez una oportunidad para ir permeando nuestra sociedad de otros valores más cercanos a la belleza, la justicia o simplemente de la capacidad de contemplar el mundo.
Transcribo el post de Juan de Dios con su permiso:
Ayer cosechamos los últimos granos de poroto y maíz hasta unos minutos antes de que llegara el tractor de la Coopersanjuba a rastronear la chacra. La Cooperativa presta servicios como el alquiler de maquinarias agrícolas, la cual usufructuamos a la mañana y sin embargo a la misma tarde no tiene ningún tipo de semillas a la venta, pero hay lindos championes de marca, eso sí. Pegado a la Cooperativa, en un local se vende semillas y plantines para huerta y chacra, ahí conseguí un maíz transgénico que finalmente no compré. Hacía un denso calor húmedo de esos que anteceden a un inminente aguacero. Visité a Mario completamente mojado con mi sudor, como si ya estuviese pedaleando bajo la lluvia, que llegaría en cualquier momento, él es uno de mis compañeros de equipo de cultivo junto a Romina, Gil y López porque pintar puede ser una actividad muy individual pero cultivar no es joda y más aún siendo principiante, amateur, entusiasta y sobre todo… pintor.
Con Mario seguimos buscando las semillas en todos los lugares donde posiblemente podríamos encontrar pero nada! Por último nos dieron una pista, nos enviaron a una oficina de extensión agrícola donde me preguntó la solitaria funcionaria si yo era voluntario del cuerpo de paz, cuando le dije que venía de Isla Tobatí buscando semillas para cultivar, en bicicleta y con casco. No, todo lo contrario. Yo soy paraguayo le dije. No me dieron semillas pero sí una nueva pista: «Tenés que irte al IPTA» (Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria)
Como ya era tarde y empezaban a caer las primeras gotas, decidimos dejarlo para hoy. De todas formas el IPTA queda más cerca de Isla Tobatí que del pueblo.
Dicen que el aguacero y la herencia de los pobres sólo le alcanza a los que tienen suerte, asi que por la chacra no cayó ni una gota a pesar de todo el preámbulo climático que soportamos durante la tarde y noche.
Hoy kapata´i, el único de por acá que todavía usa arado y carreta tirada por bueyes vino a marcar la tierra para sembrar, mientras yo me fui al IPTA. Le esperé un rato al director que estaba en la Escuela Agrícola y cuando llegó me saludó primero él, me preguntó por un cuadro que me vio pintando una vez, el cual había reciclado porque no me salió bien. Le dije que estaba buscando semillas para sembrar y que me enviaron a esta institución. Amablemente me preguntó ¿Qué semillas?. Maíz de 3 meses y alverja, le dije. ¿Cuánto?. Sólo un poco, como para media hectárea para autoconsumo, 3 kilos y 1 kilo estaría bien. Esta breve conversación fue cruzando una sala grande, camino a su oficina, la cual al abrir me dijo «Te voy a dar nomás esa cantidad» Me alegró mucho escuchar eso pero segundos después vi el retrato de Cartes que parecía un joven de 20 años con los dientes muy blancos y el cutis de un bebe, con la banda presidencial en su hombro, colgado en la pared con un lindo enmarcado y fue un raro instante de sentimientos encontrados.
Llamó a un personal y le pidió que me entregara las semillas y me dio unos consejos técnicos. Le agradecí mucho y le seguí al señor hasta una especie de cámara frigorífica, un depósito de siete metros por cuatro, ambientado especialmente para mantener las semillas a una temperatura de 12 grados. Ahí me entregaron en unas lindas bolsas de trapo mis semillas y me llamó muchísimo la atención ver en un rincón sobre una silla de oficina muy vieja, con el tapizado de cuerina marrón todo roto, cuatro cabezas de repollo de las cuales brotaban nuevas hojas como si fueran porotos en un vaso de agua, sólo por el efecto de la temperatura. Eso me sacó de la retina la horrible impresión del retrato de Cartes.
Finalmente, con López sembramos todas nuestras semillas y ahora estamos esperando una buena lluvia, por lo menos. Ya que de los retratos retocados de corruptos con bandas presidenciales no nos salvaremos, sólo se cambiará el rostro, dentro de poco.
Un artículo de inetrés: http://esferapublica.org/nfblog/el-mundo-del-arte-es-un-club-exclusivo/
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