Nos encontramos ante una muestra, cuya curaduría es de Osvaldo Salerno, de dos artistas que a través de modos de expresión muy diferentes nos están hablando de una necesidad de cuestionar la realidad en la que vivimos, en tiempos donde ya no hay algo fuera del sistema, en donde es difícil definir una contracultura puesto que incluso esta hace parte de la “Matrix”. En este momento todas esas preguntas planteadas en los años 60 vuelven pero desde otra dimensión más existencial. Tal vez desde un cierto desencanto la resistencia no tiene más esa dimensión revolucionaria y colectiva de los años 60, posiblemente es más individualista y tiene que ver con una auto observación y profundos cuestionamientos, como el cuestionamiento sobre el verdadero sentido de las palabras, sobre nuestra irremediable complicidad con el sistema que nos enferma y esclaviza, o sobre la veracidad de la imagen que vemos, como si en el error, se escondiera más verdad que en la propia realidad.
Con esta muestra celebramos la segunda edición del Premio Fábrica Galería de Arte presentado en Oxígeno Feria de Arte, como una bocanada de oxígeno, promoviendo el arte como una forma de resistencia poética.
Gustavo Riego es un joven artista belga de padre paraguayo que ha escogido el Paraguay como lugar de residencia. Su serie “Palabras” dispuesta en el jardín de la galería Fábrica es un manifiesto que, a través de los elementos de su obra, hace referencia a un movimiento que dio origen a gran parte de las luchas de hoy en día denominado “contracultura”. Fue un movimiento global que abarcó muchas luchas en diferentes geografías, nacido durante los años 60, llevado a cabo a través de diversas expresiones por una generación que luchó por la igualdad, por el voto femenino, la libertad sexual, los derechos de los estudiantes, el fin de la guerra de Vietnam… Un momento histórico particular, en el que el capitalismo, especialmente en Norteamérica estaba en pleno auge y expansión, y mostraba los gérmenes de una cultura que tendía a la globalización y a devorar las ideas para convertirlas en mercancías. En esta época nace también el arte conceptual y el denominado “land art”. Se empezó a cuestionar la cultura hegemónica mientras que la guerra fría tendía a polarizar el mundo etiquetando como comunista a todo tipo de experimento social que fuera divergente.

Las obras de Gustavo Riego están instaladas en el espacio abierto de la galería, como parte del exuberante paisaje asunceno, telas de flores, estampados industriales posiblemente hechos en China, textiles en donde el artista ha desteñido palabras. Esas flores nos recuerdan a los hippies, las palabras podrían parecer protestas, pero son sólo palabras, no frases. De esta manera esas palabras sueltas Riego las convierte en cuestionamientos, puesto que en ese contexto debemos llenarlas de significados. Gustavo Riego desdibuja en telas, siendo las telas uno de los productos que mejor representan el sistema global y globalizante cuyos lindos estampados esconden, en la mayoría de los casos, las nuevas formas de esclavitud y terribles contaminaciones ambientales, del que de una u otra manera somos todos cómplices. Riego desdibuja palabras, que encierran conceptos simples en el idioma de la globalización, y estas palabras en esas telas florecidas, bellas y ordinarias a la vez, en contraste con el paisaje natural, se convierten en preguntas.
Leticia Casati, para hablar de esta serie de obras expuestas en Fábrica, usa el término de “glitch”, cuya definición según Wikipedia, sería: “en el ámbito de la informática o los videojuegos es un error que, al no afectar negativamente al rendimiento, jugabilidad o estabilidad del programa o juego en cuestión, no puede considerarse un fallo, sino más bien una característica no prevista.” En este sentido esa característica no prevista, ese pequeño error o fallo del sistema nos recuerda sobre la naturaleza virtual de lo que estamos viendo.

Casati lleva al lenguaje pictórico algo que es propio de la imagen tecnológica, y sus temáticas giran entorno al retrato y al cuerpo humano. Es como si buscara el error, el descuido, la hendidura, el Dejá Vu a través del cual se expresa un fallo en el sistema que nos revela que vivimos en la Matrix, la grieta donde nos dice Borges que “está Dios que acecha”.
Leticia Casati realiza también el viaje inverso, digitalizando dibujos en acuarela y animándolos, como un juego de espejos, generando diálogo entre diferentes lenguajes quizás entorno a la misma pregunta existencial, distorsionando o deformando la realidad posiblemente para tratar de encontrar sentido.
“El porvenir es tan irrevocable
como el rígido ayer. No hay una cosa
que no sea una letra silenciosa
de la eterna escritura indescifrable
cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
de su casa ya ha vuelto. Nuestra vida
es la senda futura y recorrida.
Nada nos dice adiós. Nada nos deja.
No te rindas. La ergástula es oscura,
la firme trama es de incesante hierro,
pero en algún recodo de tu encierro
puede haber un descuido, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha
pero en las grietas está Dios, que acecha.” Jorge Luis Borges
Para saber más sobre la guerra fría, el arte en los años 60 y la contracultura recomiendo escuchar los podcast de Diana Uribe:
https://poddtoppen.se/podcast/1440323217/dianauribefm/ano-9-la-nacion-de-woodstock
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